Tina y la Lluvia

Ya se estan yendo los trabajadores.
Estaban arreglando el techo del local y por alguna razon que quiero imaginar mistica, mas bien se dedicaron a llenarme la cabeza de recuerdos. Por dos semanas los oia alla arriba mientras yo pretendia trabajar; sonaban a lluvia. No solo a lluvia, sino a lluvia sobre un techo de lamina. Cerre los ojos y no estuve mas aqui, sino en la recamara de mi abuela, alla en la Colonia Santa Rosa donde aun encuentras casas con techos de lamina. No se si es uno de mis sonidos favoritos por que me arrulla (y es de todos bien sabido que el sueño es una de mis prioridades), o porque me trae de regreso a esa casa.

Mi abuela vive en la calle que albergaba mis fantasias de ser una estrella (o ya de perdida una Estrellita del Dos), la Mujer Maravilla, o incluso una simple atractiva chica esperando a ser rescatada de las malignas momias y llevada en brazos a un lugar seguro (desmayada, por supesto, si no, con que pretexto obligaria a los otros niños a cargarme?). En esa casa deje a mi familia completa la ultima vez que parti; tambien ahi deje mi cordura muchas veces y mi inocencia una sola. Pero todo volvia cuando llovia. Miles de piececitos rebotando en la lamina advirtiendome no salir; y yo feliz me quedaba adentro construyendo memorias de las que me alimento ahora.

La casa en si no es la que me llama, sino las manos diligentes de mi abuela, y sus ojos. Quedarme a dormir era una premio. Solo entonces se me permitia reposar sobre los tres cojines del sillon apilados en el suelo; solo entonces podia ver la tele hasta tarde mientras Tina pasaba sus dedos sobre mi espalda hasta casi quedarme dormida. Era un perfecto descanso para una niña que nunca se cansaba ( ...como pasan los años); era motivo de gozo, sobre todo los sabados.

A la mañana siguiente despertaba temprano a ver Chabelo (no demasiado temprano, no puedo imaginare que clase de niños veian Chabelo desde las 7!), y luego Burbujas, a quienes les tengo que agradecer todo mi conocimiento astronomico y planetario (Siendo aun mi favorito, por supuesto, el Ecoloco; heroe de todos los niños). Las manos de mi abuela preparaban los huevos estrellados mas perfectos esos domingos, mismos que yo acompañaba con mi ritual de las miguitas de pan blanco (las ponia todas en filita y cuando me comia una tenia que mover todas las demas mas cerca del plato.. que? a poco ustedes no hacian lo mismo?).

Siempre me intrigaran las manos de mi abuela, sus dedos velocez que pusieron los frijolitos aguados en la mesa para mi madre y mis tios. Pero me intrigan aun mas sus ojos. Que cosas vieron? Cuando han llorado? Que hay detras de ellos? Tal vez solo hay lluvia, fresca y dulce; tal vez ella la mandaba cuando me quedaba en su casa. Ojala que siga cayendo sobre mi... al fin y al cabo mi abuela es eterna (y nadie me convencera de lo contrario). Voy a ir a preguntarles a los trabajadores a ver si la conocen. No me extrañaria.