
Pareciamos hormigas hoy.
Una de las diferencias culturales que mas he notado ocurre entre las amas de casa mexicanas y las gringas. Supongo que siempre ha sido asi, pero antes me importaba un soberano rabano que mi cama, o la de los demas estuviera tendida a todas horas. Ahora que ya esta avanzada la metamorfosis de Guendi a Rosa (mi jefecita santa), me fijo. La casa es uno de los mayores orgullos de muchas de las señoras mexicanas (digo muchas, porque ya sabemos que TODAS las generalizaciones son falsas), y cuando se esperan visitas, ni los hilos del trapeador se alcanzan a ver de lo rapido que se mueven. Mi madre incluso pinta la casa y cambia las cortinas cada vez que hay visitas. Cuando llegan las visitas estan exhaustas y chance hasta de mal humor, pero les brilla la cara del orgulloq ue les da presentar una casa impecable. Quien sabe porque, pero asi es.
Las gringas en cambio, el trapeador se lo pasan por el Grand Canyon. Todas las visitas deben ser anunciadas, sin embargo, no se fastidian tratando de esconder todas las migajas de la vida familiar. Todo lo que las tarjetas de credito compran se acumulan en cada rincon de las casas, y para sentarse hay que mover revistas, cafeteras y velas de todos sabores, si bien te va... al final del tunel, encuentras un pedazo de sillon. No digo que las mexas somos hipocritas, ni que las gringas son descuidadas, estoy meramente exponiendo mis observaciones generales y nunca exactas.
Una de las ironias que encunetro mas graciosas es el caso de los calcetines. Librenos Dios de traer un hoyo en el dedo gordo (lo cual nunca me quitaba el sueño en Mexico); aqui en el Chuco es una falta de respeto no quitarse los zapatos al entrar. No, no es nada karmatico como en Japon : son las alfombras nuevas que hay que cuidar. Por mi parte, todavia me cuesta trabajo andar en calcetines en mi propia casa, y en las ajenas me irrita tener que bajarme de mis 10 cms extras de altura que Dios me nego y yo me compre en el Mol. Los calcetines no son problema; de todos modos, sin zapatos, los pantalones eternamente me cubren todo el pie.
Mañana llega Karla y en mi mexicanidad, quiero con orgullo mostrarle la mejor cara de mi casita. Patrick, el mejor marido que jamas pude haber atrapado, me ha ayudado por horas, e incluso instalo la mayor parte del piso nuevo en la cocina y armo las mesitas de noche que compramos ayer (mis libros no tendran que ver el piso nunca mas...). Le di libertad provisional hace unos minutos y corrio a jugar basketball.
Todavia me falta un piso por limpiar, pero a mi se me hace que el sotano lo voy a dejar un poco agringado. Voy a ordenar los cojines y a doblar las cobijas, pero no me voy a poner a aspirar las esquinas del techo ni a desempolvar los focos de las lamparas. Es curioso esto de no ser ni de aqui ni de alla...
Si Karla se quita los zapatos antes de pisar mi alfombra, la voy a mirar con duda recelosa.