La Silla
Cosa curiosa esto de no saber dònde sentarse.
Hace muy poco vi una pelicula y se me quedò grabada una frase:
"La familia es un montòn de personas extrañando un mismo lugar que ya no existe."
La casa que me vio crecer, hacer pastelitos de yeso, echar rabietas de pubertad, estudiar hasta la madrugada y besuquearme con muchachos sobre la banqueta sigue aquì. He vuelto. Sè que es la misma, pero no se siente igual. Yo me llevè mi hogar conmigo al marcharme; me lleve mi pedazo y celosa lo mantengo lejos de los demàs pedazos, con miedo a que me lo contamine el tiempo con sus cambios.
Llguè a mi casa, a mi gente y despuès de una semana aùn no encuentro un lugar en que pueda sentarme y sentir que casco a la perfecciòn. Es intrigante esto de cambiar de hogar... no de casa, sino de hogar. Ayer abrì una maleta y un vapor con el aroma a madera dulce de mi nuevo hogar en Bloomington vino al encuentro con mi nariz y mis ansias. Al irme de Chihuahua, empaque mi pedazo de hogar y eso em ha sostenid; pero en mi inexperiencia no me he traido un trocito de mi nueva vida al volver. No creì que fuera a necesitarlo tanto.
Me hubiera traido algo ùtil; una silla, por ejemplo.
2 Comments:
Eso suele suceder. Hay veces que en casa de mi mamá no hallo mi lugar. Para empezar mi cama no está en el mismo lugar y todo aquello que tenía mi presencia poco a poco ha sido removido de su sitio original.
Será por eso que rara vez voy a casa de mi santa progenitora?
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