Regreso de Tunalandia
He vuelto.
He vuelto a Minnesota, y al blog y a ser ama de casa y madrastra y esposa y amante, y amante, y amante, y amante. No es feo.
Mi computadora aquí no está tan cucha como la de mi pobre hermanita Saraí, quien ha sufrido una larga historia de mala suerte tecnológica, y cuya computadora nuevecita, se comporta como una de esas de tarjetas perforadas que estaban tan de moda cuando mi hermana mayor Nohemí asistía al CBTIS.
Volvi el sábado y aun estoy en horario Nopalezco, lo cual no es saludable para mi matrimonio, pero de todos modods ahi me tieen ya metida en la cama contando manchas humedas en el techo, incluso antes de que se termine de meter el sol. Todo sea por el amor. Por otra parte, cuando logro dormir, mi subconsciente se deja caer tratando de desempacar todo lo que se trajo acumulado desde no sé cuando.
El lunes quize hojear un libro antiguo de Erotica con lindas pastas rosadas que compre en una tienda de joyería (?). El libro de 1940 tenía ilustraciones dibujadas a tinta, pero sólo vi una.
También me sorprendí ante una de las sorpresas de bienvenida de Patrick: tenemos una criada de 8 años, la cual por mera casualidad es hija del pastor que nos casó el año pasado. Eso sí, muy diligente ella, estaba limpie que limpie; decidí dejarla hacer su trabajo. Ahí si me alarmé; ya siento al DIF en camino...
Entre sueño y pesadilla me vi una vez mas con la paradoja de "quién me llevará al Paso a tomar el avión?". Esta pesadilla recurrente me la curó la Familia Limas por esta vez. Les prometo que ya mejor voy a rentar un carro, estimada multitud de amigos y familiares que me han llevado y traido tantas veces. La ansiedad soñolienta me la quitó un beso y un par de ojos azules felices de verme que pude distinguir entre lagañas. Desperté la mañana del lunes y no teníamos criada y no se me había ido el avión.
La sarta de babosadas que sueña una después de mucho ajetreo.
Confieso que me quedé con ganas de echarle una ojeada al libro.
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