5/02/2005

Manos

No sé si estar en mi tierra me ahorca la inspiración; o tal vez se me ocurren demasiadas cosas, me desespero y al final mejor no escribo nada. Ayer me puse a escribir frases sueltas y palabras favoritas, a ver si se me ocurria algo digno de mis lectores, pero no supe como unir "tejocote", "algebra", "zungar" (Nuevo verbo recien nacido), "verruga" y demàs en una historia amena y coherente.Ni siquiera una buena dosis de García Marquez, tres veces al día, y un poco de cine frances lleno de simbolismos me traen de vuelta las letras. Pero sí me la paso rumiando recuerdos, nada más que no sé escoger cuales son los que quiero compartir y cuales se me
pueden esfumar como vapor a la primera palabra.


Hoy me vino a la mente un día de primavera en Scranton , Pensilvania. No sé a dónde fuimos, pero recuerdo que iba de regreso a casa con Tom Y Tom, dos de mis amigos. No estaba cerca y caminamos un buen. En la situación mas cercana a una orgía en que me he encontrado, iba yo enmedio de mis guapos amigos, los tres tomados de la mano. Sólo acordarme me hace sentir importante y no sé porqué. En ese entonces ya no era una adolescente, pero supongo que tal vez mi despertar al mundo fue un poco tradío. Me refiero al despertar mental; pueden suponer correctamente que al despertar físico me trajo un año de gloria a los trece años cuando nadie más en mi clase podía lucir tantas voluminosidades como yo. De ahi siguieron creciendo y creciendo como si no tuvieran otra cosas que hacer y el resultado salta a la vista... literalmente.


A pesar de que fue un episodio de lo más inocente, ahora que lo traigo de vuelta a la mente me parece bastante sensual. Cosas como éstas, sin tanta faramalla y platillo, casi desapercibidamente, trajeron de vuelta de un largo letargo a una autoestima que ni siquiera sabía que existía. Es casi imposible creermela cuando pienso ahora que hay un hombre que piensa que no soy tan fea; traer a dos de la manos por la calle y que no les diera vergüenza me inflaba la cabeza tres veces su tamaño.


Creo que a fin de cuentas no cambiamos tanto al llegar a la adultez como quisiéramos pretender. Siempre se trata de ser aceptados, atractivos, y nunca solos. Los miedos son los mismos, con nombres mas sofisticados.


No sé que fue de Tom y Tom. Creo que uno estudia medicina y el otro finalmente se decidió a conseguir un empleo serio en una compañia de seguros. Si les mencionan mi nombre, se acordarían, pero quizá no se acordarían de lo que se sentía tomar mi mano para caminar en la calle. Hace 3 o 4 años que yo tampoco pensaba en el asunto. Es lo que lo hace aún mejor. Como echar a lavar una carga de pantalones y encontrarte un billete en una de las bolsas.

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