11/29/2005

Corteo

Érase una vez una carpa amarilla y azul que se enroscaba como nieve de chorro. La gente hipnotizada se agolpaba por sus puertas, bajo la promesa de encontrar cosas fantásticas adentro (más les vale, con lo que cobran). Un payaso italiano muerto, un montón de ángeles andróginos, un gigante argentino...

...ninfas esbeltas columpiándose de tres gigántescos candelabros...

... ocho pseudo-niños en pijamas, creación de la memoria de un payaso, haciendo piruetas y brincando en un par de colchones reales de más de 4 metros de largo...
...cuatro anillos que giraban y giraban en un espacio de muy pocos metros ...

...una diminuta señora con voz de bebé flotando con ayuda de un bonche de globos con helio. Valentina volaba como si hubiera nacido del aire, sobre las cabezas de los boquiabiertos espectadores que con sus manos le ayudaban a retomar impulso, para después caminar sobre los brazos del payaso italiano. Esta fue mi parte favorita, aunque todo fue como un sueño...


Entrar a este sueño fue mi regalo de primer aniversario, aunque el Gringo salió más anonadado de lo que jamás lo he visto. (Aquí estamos en al tienda, donde me quedé con ganas de una blusa Soleilesca... era la blusa o un mes sin comer).

¡He ido al Cirque du Soleil! (Una de mi lista de diez)

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